jueves, 23 de junio de 2016

Los límites de esas cuatro paredes se estrecharon. 

Compartieron miradas y el tacto silente. 

Siguieron a su anhelo.

Amándose... 

Sintieron el sabor de la efímera felicidad. 

Se leyeron las sonrisas. 

Y se volvieron a amar. 

Vivieron. 

Pelearon. 

Y bañados en crisis. 

¡Qué fácil se alejaron! 

... Por poco tiempo.

Duró lo que dura el pánico del que quiere y no. 

El tiempo corto del ambivalente. 

El corto tiempo del amor. 

Hacía falta el toque agridulce de su compañía. 

El sabor amargo de compartir el humo y las ideas. 

Allí, Deseo podía más que Disgusto. 

Deseo siempre sabía -a- poder más que ellos. 

Fíjate que los dos son veteranos en amarse y odiarse. 

Campeones en necesitarse. 

Ella le da equilibrio. 

Él le llena un vacío. 

El ciclo del nunca cerrar, porque ahora se necesitan más.

Con 18 años de insatisfacciones, y entonces conoció el amor.

En la busqueda de sí misma se encontró con innumerable cantidad de personas que llegaron para ser o dejar algo, unos para servir de puentes a lugares, personas, oportunidades y él para complementar su vida. 

Hubo quienes llegaron para enseñarla a amar, otros para que aprendiera a amar bien, algunos para presentarle la infidelidad pero a él lo pudo amar plenamente, más y mejor. 

Ella no tenía claro lo que quería. Pienso que sólo conocía lo que no le satisfacía. Experimentar supuso ser parte del proceso de encontrarse y conocerse, tocando puertas aún cuando sabía que no entraría. 

Todo fue acerca de saber que había allí dentro, dentro de sí. Finalmente encontró un vacío que él supo llenar con el más puro amor. 

Con su cuarto de expectador. 

jueves, 9 de junio de 2016

Necesito que Alcen las Manos los que no son Becados


Primer día del primer trimestre, con el retraso usual del cual siempre culpo a mi mamá.

1:15 PM. 

5 minutos que se sumaban a la preocupación de no tener aún el carné.

Preocupación que sin mucho esfuerzo se disipaba. Se disipaba porque estaba disfrutando el camino. Respiraba el divino contraste entre la publica y la privada. Sin duda el aire acondicionado y la atención al cliente me recordaban al colegio, no a mi nueva LUZ universitaria.

Pero éste era bueno. Sí, se trataba de un buen contraste, con un sistema organizado y un portero que procuraba el cumplimiento de las reglas.

¡Me encantaba ese sistema americano! En medio del tercer mundismo de Maracaibo. O de Venezuela, en general. Algo que funcionaba en medio del caos animaba a cualquiera, hasta me motivaba aún más a estudiar, porque a medida que subía las escaleras me costaba ver algo "chimbo" como le decían. Empezó a resbalar todo lo que alguna vez había escuchado de tan maravilloso lugar.

- Permiso, ¡Buenas tardes!
- Adelante. 

Y entonces, me recibió un pupitre, de esos en los que no me sentaba desde 2012. Era un deja vú divino en medio de la realidad. Cada céntimo valía ese salón con una gran temperatura, acondicionado con tecnología y representado por una profesional que ya había visto una o dos veces en televisión regional, pero esta vez en un traje que le lucía genial.

En serio, estaba lista para estud...

- Okay, ahora necesito que alcen la mano los que NO son becados. 

¿Qué? 

Ah, sí... Bueno, asimilaba que eso era conmigo mientras alzaba la mano timidamente pregúntandome porqué era eso relevante, pero me veía sola.

Miré alrededor, dos brazos se sumaron.

Ufff... Ya éramos los tres mosqueteros del pago.

3 de 60.

Esa primera pregunta, de la primera clase, del primer día de mi primer trimestre, rondó por mi mente hasta que la hora culminó. Y sólo una clase bastó, para darme cuenta que la educación superior no debe ser gratuita.

3 años despues, con 7 compañeros de clases y un montón de exes que desertaron, lo confirmo.

Mis impuestos se fueron en las lágrimas de un becado raspado.