jueves, 9 de junio de 2016

Necesito que Alcen las Manos los que no son Becados


Primer día del primer trimestre, con el retraso usual del cual siempre culpo a mi mamá.

1:15 PM. 

5 minutos que se sumaban a la preocupación de no tener aún el carné.

Preocupación que sin mucho esfuerzo se disipaba. Se disipaba porque estaba disfrutando el camino. Respiraba el divino contraste entre la publica y la privada. Sin duda el aire acondicionado y la atención al cliente me recordaban al colegio, no a mi nueva LUZ universitaria.

Pero éste era bueno. Sí, se trataba de un buen contraste, con un sistema organizado y un portero que procuraba el cumplimiento de las reglas.

¡Me encantaba ese sistema americano! En medio del tercer mundismo de Maracaibo. O de Venezuela, en general. Algo que funcionaba en medio del caos animaba a cualquiera, hasta me motivaba aún más a estudiar, porque a medida que subía las escaleras me costaba ver algo "chimbo" como le decían. Empezó a resbalar todo lo que alguna vez había escuchado de tan maravilloso lugar.

- Permiso, ¡Buenas tardes!
- Adelante. 

Y entonces, me recibió un pupitre, de esos en los que no me sentaba desde 2012. Era un deja vú divino en medio de la realidad. Cada céntimo valía ese salón con una gran temperatura, acondicionado con tecnología y representado por una profesional que ya había visto una o dos veces en televisión regional, pero esta vez en un traje que le lucía genial.

En serio, estaba lista para estud...

- Okay, ahora necesito que alcen la mano los que NO son becados. 

¿Qué? 

Ah, sí... Bueno, asimilaba que eso era conmigo mientras alzaba la mano timidamente pregúntandome porqué era eso relevante, pero me veía sola.

Miré alrededor, dos brazos se sumaron.

Ufff... Ya éramos los tres mosqueteros del pago.

3 de 60.

Esa primera pregunta, de la primera clase, del primer día de mi primer trimestre, rondó por mi mente hasta que la hora culminó. Y sólo una clase bastó, para darme cuenta que la educación superior no debe ser gratuita.

3 años despues, con 7 compañeros de clases y un montón de exes que desertaron, lo confirmo.

Mis impuestos se fueron en las lágrimas de un becado raspado.

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